monda lingvo

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lunes, 6 de julio de 2020

ALREDEDOR DE LA PALABRA "MONTO"...

(Explicación de la esencia del esperanto como lengua)

   A diario le suelo enviar -normalmente por guasap- a mi hijo Ángel algún meme o alguna imagen simpática relacionada con el esperanto, con la intención de que conserve sus conocimientos de una manera agradable y sin esfuerzo. Hace unos días vi este dibujo, publicado por una conocida plataforma de idiomas de internet, y empecé a darle vueltas y a hacerme esas preguntas que suelen hacerse quienes han trabajado la gramática (y en particular la del esperanto) durante mucho tiempo.


   Y así, me preguntaba: ¿por qué eligió el Doctor Zamenhof (el creador del esperanto) la palabra "monto" para la idea de "montaña"?;¿qué puede crearse a partir de "monto", siguiendo las reglas del esperanto?

  Pensé que sería interesante explicarle las conclusiones que iba sacando a mi hijo quien, aunque es un políglota consumado y tiene unos conocimientos aceptables del esperanto, necesita todavía afianzar algunas nociones. 

   Pronto decidí que lo mejor era hacer un artículo de cierta amplitud que pudiera servir, no solo a mi hijo Ángel, sino a toda aquella gente que pueda estar interesada en la gramática en general y en la del esperanto en particular. 

(Notas: el análisis que procedo a hacer aquí en torno a la palabra "monto" sería aplicable a cualquier palabra del esperanto. Por tanto, sirva como muestra este botón. Por otra parte, dejo aquí también enlace a otro artículo mío escrito hace algún tiempo con temática relacionada con este: https://pacamondo.blogspot.com/2020/05/ventajas-de-pensar-y-de-escribir-en.html).

1.-¿POR QUÉ ZAMENHOF ELIGIÓ LA PALABRA "MONTO"?

   Evidentemente, es imposible saber qué llevó al Doctor L. L.Zamenhof a elegir las palabras que eligió -entre las muchas posibles en cada caso- para formar el "corpus" léxico de su "lengua internacional". Lo que sí sabemos es que decidió que el aspecto exterior del esperanto debía parecerse al latín y a lenguas como el italiano o el castellano. 

   Y así, sabemos que en la medida de lo posible, las raíces se sacarían, por este orden: de la fuente grecolatina, del francés, del alemán y del ruso, intentando que no se "pisaran" unas a otras ni entraran en contradicción. Si fuera necesario, se recurriría a otras lenguas, siguiendo normalmente el orden siguiente: inglés, polaco, italiano, hebreo... 

   Lo cierto es que al final, en el esperanto se han incluido palabras sacadas de casi un centenar de lenguas (aunque lo cierto es que fuera de las lenguas mencionadas arriba, tan solo el japonés ha "prestado" palabras en número superior a la decena). Aparte quedarían los "esperantismos puros", es decir, aquellas palabras que están incluidas en el esperanto y que no provienen de ninguna lengua, sino que han sido inventadas "desde cero", a la manera de una lengua cuyo caudal léxico se haya establecido "a priori". Es el caso, sobre todo, del "cuadro de voces simples", que recoge -de manera esquemática y con un sistema de deducción lógica- una serie de adverbios y conjunciones de uso muy generalizado en cualquier idioma: kio, kiu, kie, tiam, neniam, tiom, kies, etc (=qué, quién, dónde, entonces, nunca, cuánto, cuyo, etc) 


  Pues bien, siguiendo toda esta lógica expuesta anteriormente, lo normal era que para la idea de "montaña" se eligiera la palabra "monto": palabra de origen latino, de fácil pronunciación, con raíz muy extendida en las principales lenguas europeas y que no se "pisara" con ninguna otra palabra elegida para el esperanto antes o después.

  (Nótese que el castellano también incluye la forma "monte", cuya diferenciación con "montaña" no está nada clara, ni siquiera para los nativos. Por ejemplo, el Everest ¿es un "monte" o una "montaña"? El esperanto no pierde el tiempo con estas dualidades que suelen tener poca utilidad y prefiere afinar en matices que sí puedan tenerla)

  Naturalmente, elegir "monto" implica una decisión que "perjudica" a los hablantes de lenguas que no incluyen ninguna palabra cuya raíz se asemeje a "mont-". Así, los hablantes nativos de chino, japonés, arameo, o de la lengua de los navajos, estarían en posición de desventaja. Es cierto. Pero si elegimos una palabra del chino, japonés, arameo o de la lengua de los navajos, se perjudicarían todos los demás habitantes del planeta, excepto los hablantes de la lengua elegida. Es decir, que volveríamos al principio...

  Para abreviar, es evidente que solo habría dos soluciones para lograr la "neutralidad absoluta" (si es que eso fuera posible): 

1: Que cada una de las alrededor de 6.000 lenguas del mundo aportara una palabra (o dos) al esperanto. Lo que sucede es que es evidente que la tarea de elegir -¡y de llegar a un acuerdo!- sobre cuál palabra seleccionar en cada caso sería una tarea agotadora, incluso para varias generaciones de expertos "neutrales" trabajando durante décadas. Además, esta opción provocaría en la lengua un desencaje y una falta de cohesión interna que la desecharía desde un principio como instrumento válido de comunicación. 

2: Que esta y cualquier otra palabra de la lengua hubiera sido inventada "a priori" sin parecido alguno con ninguno de los idiomas existentes en el mundo. Hay que decir que Zamenhof también barajó esta posibilidad; pero le pareció menos "práctica" y que, al final, perjudicaría a todo el mundo sin beneficiar a nadie. Téngase en cuenta que habría que crear palabras "a priori" para todo, incluso para los nombres de los países y de las ciudades. Incluso palabras "universales" (como "tsunami" o "karaoke") requerirían ser sustituidas -en aras de una "perfecta neutralidad"- por palabras que no se les parecieran en nada, llevando a cabo un ejercicio de "complicar las cosas de manera innecesaria" que resultaría muy poco adecuado para una creación que, como el esperanto,  pretende presentarse como algo sencillo e inteligente.


  Por tanto, el Doctor Zamenhof decide que, eligiendo "monto":

1.- Se "beneficia" directamente a más de la mitad de los eventuales hablantes de esperanto.

2.- Y de manera indirecta, los hablantes de las "lenguas no elegidas" tomarán familiaridad con la idea de que "mont-" tiene que ver con "montaña". Y así, un coreano (o un japonés, o un indio  que solo hable navajo) que aprenda esperanto y viaje por casi cualquier parte del mundo podrá entender muchas cosas sin esfuerzo. 
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  Como siempre, Zamenhof opta por una solución que, aunque no sea perfectamente neutral, es muy práctica en muchos sentidos. Igual le sucedió al elegir el sistema de escritura para el esperanto: pudo fácilmente haber elegido el alfabeto cirílico o el hebreo (siendo él un "rusohablante judío"). O pudo haber creado desde la nada un alfabeto o un silabario nuevo. Ciertamente al Doctor Zamenhof no le faltaba inventiva para eso y mucho más. Pero, por razones prácticas, eligió el alfabeto latino, si bien incluyendo 6 letras con signos diacríticos (ĉ, ĝ, ĥ, ĵ, ŝ, ŭ). De esta forma, más de la mitad de los eventuales estudiantes de esperanto tendrían un camino fácil en este ámbito, a la vez que los demás podrían entrar en contacto con las letras latinas, lo que les sería de gran utilidad. La introducción de los diacríticos referidos  no es un capricho, sino que permite:

a) Que cada sonido se represente solo por una letra;
b) Que el esperanto, lengua internacional, de alguna manera, tenga su "propio alfabeto".
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2.- ¿QUÉ SE PUEDE CREAR A PARTIR DE "MONTO"?

   Quienes argumentamos en favor del esperanto (entre los que felizmente me incluyo) solemos decir que lo importante no es el origen de las palabras del idioma o cómo se dice tal o cual cosa. Lo verdaderamente importante -y lo que lo convierte en un instrumento didáctico sin igual- es lo que un estudiante de esperanto puede crear a partir de una sola palabra, sin miedo a equivocarse, y utilizando para ello las reglas básicas de la lengua y un sistema previamente diseñado de derivación y creación de palabras.

  Tomando el caso del castellano, de la palabra "montaña" se puede quizá derivar, sin mucho miedo a equivocarse, la palabra "montañ/és" (que serviría como adjetivo y sustantivo). También se podrían añadir "montañ/ismo" y "montañ/ero"(esta última también valdría como adjetivo y sustantivo). Pero lo cierto es que un estudiante de español tendría siempre miedo a que ambas no fueran correctas. ¿Acaso de "mar" se derivan "mar/ismo" y "mar/ero"?

   Frente a esto, el estudiante de esperanto puede crear a partir de "monto" (y de cualquier otra palabra) un árbol de dimensiones sorprendentes. Cuenta para ello con un doble sistema:

1:- RAÍZ + AFIJO

  Si a "monto" le añadimos alguno de los alrededor de 40 afijos (prefijos o sufijos) de la lengua, podremos crear muchas palabras nuevas. Y mucho más si le añadimos más de un afijo (lo cual es perfectamente posible).

   (Hay que decir que esta es la manera de construir propia de las lenguas aglutinantes, tales como el turco, el suajili o el japonés)

 Veamos solo algunos ejemplos:

- mont/ar/o: cordillera, sierra
- mont/an/o: habitante de la montaña
- mont/ar/an/o: habitante de la sierra
- mont/em/ul/o: persona a la que le gusta la montaña
- mal/mont/o: hondonada
- mont/et/o: colina
- sur/mont/ig/i: subir algo (o a alguien) a un monte
sur/mont/iĝ/i: subirse a un monte
- etc, etc
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Nota: Con el paso del tiempo el esperanto ha ido introduciendo sinónimos "naturalistas" para todas estas formas "esquemáticas". Por ejemplo, "colina" también se puede decir "holmo", palabra nueva a la que, por supuesto, se puede aplicar de nuevo toda la creatividad expuesta anteriormente. No obstante, lo cierto es que estas palabras adicionales no suelen usarse en la lengua hablada ni en la literatura básica, salvo que sea absolutamente necesario utilizar un sinónimo, sobre todo en traducciones de otras lenguas.
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  Todas estas palabras pueden transformarse automáticamente en adjetivos, adverbios e incluso verbos. Bastaría con cambiar la -o final por, respectivamente, una -a, una -e o una -i. Tomemos solo el ejemplo de montarano:

- mont/ar/an/a: serrano (adj), propio del habitante de la sierra
- mont/ar/an/e: a la manera propia de un habitante de la sierra
- mont/ar/an/i: ser un habitante de la sierra
- mont/ar/an/ig/i: transformar a alguien (o a algo) en habitante de la sierra
- etc,etc



2.- RAÍZ + RAÍZ

   En este punto, "monto" puede añadirse a cualquier otra raíz y generar así nuevo conceptos. La norma exige que  la palabra que queda en segundo lugar dé la idea principal y la que le precede sirva para calificarla. Ejemplos:

- montogrimpado: alpinismo (="ascensión de montes")
- montoĉeno: cordillera (="cadena de montes". Es decir, igual que "montaro", visto supra)
- tablomonto: meseta (=monte con cima a la manera de mesa")
- montopinto: cumbre, cima (="punta" o "tope" de un monte)
- etc, etc

(Esta es la manera de construir propia de la lenguas aislantes, tales como el chino o el vietnamita. Hay que decir que el inglés también funciona así en bastantes ámbitos de su gramática)

   En este punto, el esperanto permite -por razones de estilo, de claridad o de eufonía- formas diversas, todas ellas correctas. Para explicarlas, veamos el ejemplo de "glacimonto" (=iceberg). Como se puede fácilmente adivinar, esta palabra se forma a partir de "glacio"(hielo) y de "monto"(montaña). Y así, serían válidas todas las formas siguientes:

- glacimonto
- glaci-monto
- glaciomonto
- glacio-monto

   Y también serían válidas, sin que sonaran "extrañas" al hablante, las expresiones: "monto de glacio"(montaña de hielo) y "glacia monto" (montaña helada). En todos los casos vistos, añadirle el adjetivo "ĉemara" ("que está en el mar") sería optativo, aunque eliminaría cualquier ambigüedad.

   La flexibilidad creativa del esperanto es tal, que permite que "iceberg" también se pueda decir "glacio-insulo" (="isla de hielo"), percibiendo entonces el interlocutor que se ha preferido enfatizar la idea que el "iceberg" es una "isla", como característica más destacable que la de "monte". 

   Naturalmente, la lengua permite también "glaci-monto-insulo" y otras formas con otros muchos matices, siendo todas ellas correctas. No obstante, lo cierto es que, en general, el esperanto prefiere formas ligeras que no pasen de las 2 raíces. 
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   Obsérvese que el español ha preferido, sin más, usar un "barbarismo": "iceberg". En efecto, "iceberg" ha entrado en el español desde el inglés (¡qué originalidad!; y ello aunque sea una palabra propia del neerlandés y con formas propias en otras lenguas germánicas). Y es un barbarismo que nos obliga a hacer una forma en plural absolutamente inadecuada a la esencia de la lengua castellana: y es que "icebergs" suena  muy poco "castizo". Frente a esto, el plural en esperanto (glacimontoj) es totalmente congruente con las reglas de la lengua.
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   No nos vamos a extender mucho más; pero al menos hay que añadir, de nuevo, que cualquiera de las formas vistas anteriormente tendrían una transformación automática en adjetivos, adverbios o verbos con solo cambiar la vocal final. Para conseguir todo eso, un estudiante de español -o de cualquier otra lengua natural- necesitaría utilizar una cantidad de vocabulario y un esfuerzo diez veces superior. Y creo que, visto lo anteriormente expuesto, no exagero.

   Los esperantistas sabemos que las autoridades educativas y políticas del mundo no quieren comprender ni admitir estas evidencias. Y, salvo sorpresa mayúscula, no lo harán en el futuro. No nos queda otra que reírnos a diario de este pobre mundo que presume de ser inteligente...